lunes, 24 de junio de 2013

Escribe: Gerardo Alcántara Salazar

PARLAMENTO PERUANO APRUEBA TERCIO ESTUDIANTIL MERITOCRÁTICO EN UNIVERSIDADES






          Como anticipo de la nueva Ley Universitaria, actualmente en debate, el Congreso de la República del Perú aprobó el 23 de junio del 2010, el voto universal, secreto y obligatorio de los estudiantes de los estudiantes y profesores. Lo novedoso de la nueva ley universitaria es que el Tercio estudiantil tendrá un signo meritocrático, según informa el general Daniel Mora, Presidente de la Comisión de Educación del Parlamento Peruano. El APRA propugna universidades que sean “sobre todo, docencia civil, escuela de ciudadanía”, “penetración de la inquietud y del tumulto cívico en el claustro”. La izquierda rechaza a la universidad por considerarlo superestructura de un modelo de sociedad injusta, destinada desaparecer, pero que la universidad en tanto ser superestructura cohesiona y protege al sistema. Cuando la izquierda conquiste el poder mediante la dictadura del proletariado, entonces impulsarán universidades de nuevo tipo, pero científicas.

          Todo el siglo XX las universidades fueron campos de batalla entre el APRA y la izquierda, ejerciendo su “derecho de tacha” uno y otro bando, motivo por el que en la década de 1960 los mejores catedráticos de la Facultad de Medicina de San Marcos, abandonaron a esta universidad y fundaron la Universidad Peruana Cayetano Heredia, superando actualmente a su matriz, la Decana de América. En el Ranking peruano la Universidad Cayetano Heredia se ubica en el segundo lugar, después de la Pontificia Universidad Católica del Perú, mientras que la Universidad Nacional Mayor de San Marcos ha descendido al tercer lugar. En el Ranking Latinoamericano, La Universidad Peruana Cayetano Heredia se ubica en el puesto 95, mientras que San Marcos se posiciona en el puesto 138.
         
Para tener éxito en las universidades el Partido Aprista ha creado comandos universitarios, de dimensión nacional y en cada universidad. Según el Diccionario de la Real Academia Española,  comando tiene los siguientes significados: 1) Mando militar, 2) pequeño grupo de tropas de choque, destinado a hacer incursiones ofensivas en terreno enemigo, 3) grupo armado de terroristas[1].

          La decisión de crear comandos universitarios apristas con estructura y disciplina militar, se puede explicar por la filosofía política del Partido Aprista Peruano, tal como expresa en el volumen 5, página 262, de sus Obras completas, Víctor Raúl Haya de la Torre: “En las luchas son leyes de la guerra vencer a los enemigos valiéndose de todos los ardides. No importa hacer guerra de trincheras en tierra, ni camouflage en el mar. La cuestión es vencer”.

Esta filosofía se enlaza con un increíble rechazo a la ciencia, tal como lo expone Antenor Orrego, líder histórico del APRA: En los otros países y en las otras razas el aula es, principalmente, docencia científica, preparación técnica o capacitación profesional, pero el aula latinoamericana es, ante todo, y, sobre todo, docencia civil, escuela de ciudadanía. Este es su carácter fundamental y el que da la tónica de la Universidad. /Esta penetración de la inquietud y del tumulto cívico en el claustro, ¿es una desviación de los fines y de la docencia universitaria?”[2]./ (…)/ “Hagamos, primero, países justos pata hacernos, luego, países sabios”[3]. /     “El maestro latinoamericano, europeizado y descastado, pero, sobre todo, burocratizado, no está a la altura del estudiante latinoamericano actual. Nuestros maestros —salvo raras excepciones— quisieran encerrarse en sus claustros y percibir, tranquilamente, sus emolumentos, como sus colegas del Viejo Mundo. Son los egoístas de su ciencia y de su especialidad que quisieran plasmar sabios, pero sabios esclavos y sumisos a los despotismos; sabios con las vértebras lo suficientemente elásticas para inclinarse, fácilmente, ante el poder y reclamar su pitanza vergonzante[4]. (La cursiva y la negrita son mías).
            Felizmente, según informa el Presidente de la Comisión de Educación del Congreso peruano, general Daniel Mora, el Parlamento aprobó que los candidatos a integrar el Tercio estudiantil deban ubicarse,  en cuanto al aspecto académico, en el quinto superior y por lo menos en la mitad de la carrera profesional. Esta es una interesante subsanación de lo que venía sucediendo con la normatividad aún vigente. Esperemos que el Tercio no sea instrumentalizado para armar escándalos, estigmatizar de “cientificistas” a los mejores estudiantes ni tener aversión a los catedráticos comprometidos con la ciencia, priorizando intereses políticos.

Con las legislaciones anteriores, los mejores catedráticos, aquellos que representan la ciencia vivían y viven todavía en un ecosistema social viciado por el ruido de altoparlantes, interrupción de sus clases, vejados mediante el “derecho de tacha” y de las “cátedras paralelas”, al reemplazar la razón que brota de la neo corteza por la falacia ad baculum, que es la razón de la fuerza. Como en la última década la politización en las universidades ha disminuido, en San Marcos, por ejemplo, el catedrático ha empezado a sentir el reconocimiento de sus alumnos y son tratados como seres humanos, valorados, respetados y aplaudidos por sus discípulos. En La Cantuta, sobre todo en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades, el mejor catedrático es todavía estigmatizado y perseguido. Esos alumnos aún no entienden lo que significa respeto a los derechos humanos.

Nadie niega que los estudiantes difundan ideas políticas en los escenarios que quieran, pero si tienen el estatus de estudiantes universitarios, la calidad de sus ensayos y artículos deben corresponder al estándar de una persona que cursa estudios de tercer nivel, obviando sus hepáticos panfletos. Esto es lo que sucede en las grandes universidades, a diferencia de las universidades peruanas donde los activistas políticos se quedaron en era de los pasquines y se siguen quedando como sujetos ágrafos, sin ningún impacto positivo en la opinión pública.

          Los movimientos políticos en las universidades están perdiendo vigencia. La Federación Universitaria de San Marcos, ahora es un recuerdo. Varios catedráticos cuyas raíces se hunden en el ultra activismo político han tratado de rescatarlo, cosechando un rotundo fracaso. Se temía que con la nueva ley que propone el “voto universal, secreto y obligatorio”, el activismo político sería legalizado y la legalización legitimaría el lema de Mao: “Una chispa puede incendiar la pradera”, como ya lo hizo el terrorismo en el Perú; incendió todo lo que pudo, pero de esas cenizas no ha brotado nada bueno, salvo el tomar conciencia de lo que no se debe volver hacer.

Es imprescindible que la nueva ley universitaria fomente la meritocracia real, no la ficticia como la que está sucediendo en la centenaria Universidad Nacional Mayor de San Marcos en la que se reparte a diestra y siniestra diplomas “al mérito científico”, sin que por lo menos el 90% pueda probar con libros y ensayos publicados, que se lo merecen. La meritocracia es vital y no mero decorativo. La ley debe garantizar que lo poco que hay de meritocrático en las universidades peruanas se salve. Anteriormente, los manipuladores se escudan en Mariátegui para trabajar en las universidades aun sin tener título profesional. En la actualidad aparecen con múltiples doctorados, sin saber en qué momento estudiaron y redactaron sus tesis, porque a la vista de todos su ocupación y profesión real es la manipulación.
         

Despreciando la meritocracia, para que los estudiantes no estén inactivos y se dejen seducir por los vericuetos de la ciencia, los activistas manipulan el sistema límbico, mediante danzas, verbenas, clubes musicales y deportivos y también con paseos so pretexto de hacer investigación científica sin llegar a publicar nada, métodos que actualmente existen, más aquellos que podrían surgir en el futuro, obviamente mucho más seductoras que el baile del “perreo”, si es que el Tercio estudiantil sigue en poder de manipuladores profesionales, porque la ciencia es el resultado de la neo corteza, de la razón, mientras que la política maquiavélica activa las emociones, impulsos, deseos, imaginarios, a través de un marketing que se nutre de falacias, del sistema límbico, de la fantasía, para  lograr el posicionamiento, procurando que sus narcotizantes ensueños se ubiquen en los escalones más altos de la debilitada mente de su público objetivo, instrumentalizando fobias contra la ciencia, de jóvenes que son todo una promesa para bien del país, pero que terminan convertidos en zombis o asesinos.


Tradicionalmente, el tercio estudiantil, forma parte de un negocio. Siempre se negocia algo en las universidades peruanas. Quienes manipulan a los estudiantes del Tercio actúan como sus managers. Pueden vender el voto de esos estudiantes, cobrando sin dar recibos una cuota tan apreciable que les estimule a continuar con el negocio. Puede haber dinero en miles de dólares para cada estudiante del Tercio ofertado por quien quiere ser rector.

          ¿Para qué se estudia en las universidades? Para prepararse para el trabajo. El trabajo es la energía física y mental que utiliza el ser humano en el proceso de trabajo. La tendencia histórica es a la permanente sustitución de la fuerza física por la mental. Dentro de esa tendencia, la sustitución de la fuerza muscular por la fuerza cerebral, coincide con la reducción del tiempo socialmente necesario en los procesos de creación de la riqueza. Cuanto mayor ingrediente mental, menos componente físico, lo cual implica incremento de la productividad, vale decir, crear mayor cantidad de bienes materiales y simbólicos en menor tiempo. Esta tendencia es la base del progreso, del bienestar general.
          La economía moderna se agiganta vendiendo elementos simbólicos y no materiales. A esta tesis se podría rechazar con algún argumento de este tipo: “Al comprar una computadora estoy comprando un objeto físico  y no simbólico”. En realidad, la computadora si se tasase su precio por la cantidad de cobre o plástico que tienen antes de haberles agregado conocimiento, podría costar menos de un dólar. Al comprar computadoras y otros objetos con alto valor agregado, estamos comprando conocimiento. Precisamente el valor agregado es el conocimiento. Al respecto, Juan Enríquez Cabot, un latinoamericano de la Universidad de Harvard, preocupado por el destino de su país, escribe:

Cierro mi exposición, diciéndoles lo que afirmaba Einstein en los años 40:

Todos los imperios del futuro van a ser imperios del conocimiento, y
solamente serán exitosos los pueblos que entiendan cómo generar
conocimientos y cómo protegerlos; cómo buscar a los jóvenes que tengan la
capacidad para hacerlo y asegurarse que se queden en el país. Los otros
países se quedarán con litorales hermosos, con iglesias, minas, con una
historia fantástica; pero probablemente no se queden ni con las mismas
banderas, ni con las mismas fronteras, ni mucho menos con un éxito económico”
 








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