PARLAMENTO PERUANO APRUEBA TERCIO ESTUDIANTIL MERITOCRÁTICO EN UNIVERSIDADES
Como anticipo de la nueva Ley Universitaria, actualmente en debate, el Congreso de la República del Perú aprobó el 23 de junio del 2010, el voto universal,
secreto y obligatorio de los estudiantes de los estudiantes y
profesores. Lo novedoso de la nueva ley universitaria es que el Tercio
estudiantil tendrá un signo meritocrático, según informa el general
Daniel Mora, Presidente de la Comisión de Educación del Parlamento
Peruano. El APRA propugna universidades que sean “sobre todo, docencia civil, escuela de ciudadanía”, “penetración de la inquietud y del tumulto cívico en el claustro”. La
izquierda rechaza a la universidad por considerarlo superestructura de
un modelo de sociedad injusta, destinada desaparecer, pero que la
universidad en tanto ser superestructura cohesiona y protege al sistema.
Cuando la izquierda conquiste el poder mediante la dictadura del
proletariado, entonces impulsarán universidades de nuevo tipo, pero
científicas.
Todo el siglo XX las universidades fueron campos de batalla entre el
APRA y la izquierda, ejerciendo su “derecho de tacha” uno y otro bando,
motivo por el que en la década de 1960 los mejores catedráticos de la
Facultad de Medicina de San Marcos, abandonaron a esta universidad y
fundaron la Universidad Peruana Cayetano Heredia, superando actualmente a
su matriz, la Decana de América. En el Ranking peruano la Universidad
Cayetano Heredia se ubica en el segundo lugar, después de la Pontificia
Universidad Católica del Perú, mientras que la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos ha descendido al tercer lugar. En el Ranking
Latinoamericano, La Universidad Peruana Cayetano Heredia se ubica en el
puesto 95, mientras que San Marcos se posiciona en el puesto 138.
Para
tener éxito en las universidades el Partido Aprista ha creado comandos
universitarios, de dimensión nacional y en cada universidad. Según el Diccionario de la Real Academia Española, comando tiene los siguientes significados: 1) Mando militar, 2) pequeño grupo de tropas de choque, destinado a hacer incursiones ofensivas en terreno enemigo, 3) grupo armado de terroristas[1].
La
decisión de crear comandos universitarios apristas con estructura y
disciplina militar, se puede explicar por la filosofía política del
Partido Aprista Peruano, tal como expresa en el volumen 5, página 262, de sus Obras completas, Víctor Raúl Haya
de la Torre: “En las luchas son leyes de la guerra vencer a los
enemigos valiéndose de todos los ardides. No importa hacer guerra de
trincheras en tierra, ni camouflage en el mar. La cuestión es vencer”.
Esta filosofía se enlaza con un increíble rechazo a la ciencia, tal como lo expone Antenor Orrego, líder histórico del APRA: “En
los otros países y en las otras razas el aula es, principalmente,
docencia científica, preparación técnica o capacitación profesional,
pero el aula latinoamericana es, ante todo, y, sobre todo, docencia
civil, escuela de ciudadanía. Este es su carácter fundamental y el que
da la tónica de la Universidad. /Esta penetración de la inquietud y del tumulto cívico en el claustro, ¿es una desviación de los fines y de la docencia universitaria?”[2]./ (…)/ “Hagamos, primero, países justos pata hacernos, luego, países sabios”[3].
/ “El maestro latinoamericano, europeizado y descastado, pero,
sobre todo, burocratizado, no está a la altura del estudiante
latinoamericano actual. Nuestros maestros —salvo raras excepciones—
quisieran encerrarse en sus claustros y percibir, tranquilamente, sus
emolumentos, como sus colegas del Viejo Mundo. Son los egoístas de su
ciencia y de su especialidad que quisieran plasmar sabios, pero sabios
esclavos y sumisos a los despotismos; sabios con las vértebras lo
suficientemente elásticas para inclinarse, fácilmente, ante el poder y
reclamar su pitanza vergonzante”[4]. (La cursiva y la negrita son mías).
Felizmente, según informa el Presidente de la Comisión de Educación del Congreso peruano, general Daniel Mora, el Parlamento aprobó que
los candidatos a integrar el Tercio estudiantil deban ubicarse, en
cuanto al aspecto académico, en el quinto superior y por lo menos en la
mitad de la carrera profesional. Esta es una interesante subsanación de
lo que venía sucediendo con la normatividad aún vigente. Esperemos que
el Tercio no sea instrumentalizado para armar escándalos, estigmatizar
de “cientificistas” a los mejores estudiantes ni tener aversión a los
catedráticos comprometidos con la ciencia, priorizando intereses
políticos.
Con
las legislaciones anteriores, los mejores catedráticos, aquellos que
representan la ciencia vivían y viven todavía en un ecosistema social
viciado por el ruido de altoparlantes, interrupción de sus clases,
vejados mediante el “derecho de tacha” y de las “cátedras paralelas”, al
reemplazar la razón que brota de la neo corteza por la falacia ad baculum, que
es la razón de la fuerza. Como en la última década la politización en
las universidades ha disminuido, en San Marcos, por ejemplo, el
catedrático ha empezado a sentir el reconocimiento de sus alumnos y son
tratados como seres humanos, valorados, respetados y aplaudidos por sus
discípulos. En La Cantuta, sobre todo en la Facultad de Ciencias
Sociales y Humanidades, el mejor catedrático es todavía estigmatizado y
perseguido. Esos alumnos aún no entienden lo que significa respeto a los derechos humanos.
Nadie
niega que los estudiantes difundan ideas políticas en los escenarios
que quieran, pero si tienen el estatus de estudiantes universitarios, la
calidad de sus ensayos y artículos deben corresponder al estándar de
una persona que cursa estudios de tercer nivel, obviando sus hepáticos
panfletos. Esto es lo que sucede en las grandes universidades, a
diferencia de las universidades peruanas donde los activistas políticos
se quedaron en era de los pasquines y se siguen quedando como sujetos
ágrafos, sin ningún impacto positivo en la opinión pública.
Los movimientos políticos en las universidades están perdiendo
vigencia. La Federación Universitaria de San Marcos, ahora es un
recuerdo. Varios catedráticos cuyas raíces se hunden en el ultra
activismo político han tratado de rescatarlo, cosechando un rotundo
fracaso. Se temía que con la nueva ley que propone el “voto universal,
secreto y obligatorio”, el activismo político sería legalizado y la
legalización legitimaría el lema de Mao: “Una chispa puede incendiar la
pradera”, como ya lo hizo el terrorismo en el Perú; incendió todo lo que
pudo, pero de esas cenizas no ha brotado nada bueno, salvo el tomar
conciencia de lo que no se debe volver hacer.
Es
imprescindible que la nueva ley universitaria fomente la meritocracia
real, no la ficticia como la que está sucediendo en la centenaria
Universidad Nacional Mayor de San Marcos en la que se reparte a diestra y
siniestra diplomas “al mérito científico”, sin que por lo menos el 90%
pueda probar con libros y ensayos publicados, que se lo merecen. La
meritocracia es vital y no mero decorativo. La ley debe garantizar que
lo poco que hay de meritocrático en las universidades peruanas se salve.
Anteriormente, los manipuladores se escudan en Mariátegui para trabajar
en las universidades aun sin tener título profesional. En la actualidad
aparecen con múltiples doctorados, sin saber en qué momento estudiaron y
redactaron sus tesis, porque a la vista de todos su ocupación y
profesión real es la manipulación.
Despreciando
la meritocracia, para que los estudiantes no estén inactivos y se dejen
seducir por los vericuetos de la ciencia, los activistas manipulan el
sistema límbico, mediante danzas, verbenas, clubes musicales y
deportivos y también con paseos so pretexto de hacer investigación
científica sin llegar a publicar nada, métodos que actualmente existen,
más aquellos que podrían surgir en el futuro, obviamente mucho más
seductoras que el baile del “perreo”, si es que el Tercio estudiantil
sigue en poder de manipuladores profesionales, porque la ciencia es el
resultado de la neo corteza, de la razón, mientras que la política
maquiavélica activa las emociones, impulsos, deseos, imaginarios, a
través de un marketing que se nutre de falacias, del sistema límbico, de
la fantasía, para lograr el posicionamiento, procurando que sus
narcotizantes ensueños se ubiquen en los escalones más altos de la
debilitada mente de su público objetivo, instrumentalizando fobias
contra la ciencia, de jóvenes que son todo una promesa para bien del
país, pero que terminan convertidos en zombis o asesinos.
Tradicionalmente,
el tercio estudiantil, forma parte de un negocio. Siempre se negocia
algo en las universidades peruanas. Quienes manipulan a los estudiantes
del Tercio actúan como sus managers. Pueden vender el voto de esos
estudiantes, cobrando sin dar recibos una cuota tan apreciable que les
estimule a continuar con el negocio. Puede haber dinero en miles de
dólares para cada estudiante del Tercio ofertado por quien quiere ser
rector.
¿Para
qué se estudia en las universidades? Para prepararse para el trabajo.
El trabajo es la energía física y mental que utiliza el ser humano en el
proceso de trabajo. La tendencia histórica es a la permanente
sustitución de la fuerza física por la mental. Dentro de esa tendencia,
la sustitución de la fuerza muscular por la fuerza cerebral, coincide
con la reducción del tiempo socialmente necesario en los procesos de
creación de la riqueza. Cuanto mayor ingrediente mental, menos
componente físico, lo cual implica incremento de la productividad, vale
decir, crear mayor cantidad de bienes materiales y simbólicos en menor
tiempo. Esta tendencia es la base del progreso, del bienestar general.
La economía moderna se agiganta vendiendo elementos simbólicos y no
materiales. A esta tesis se podría rechazar con algún argumento de este
tipo: “Al comprar una computadora estoy comprando un objeto físico y no
simbólico”. En realidad, la computadora si se tasase su precio por la
cantidad de cobre o plástico que tienen antes de haberles agregado
conocimiento, podría costar menos de un dólar. Al comprar computadoras y
otros objetos con alto valor agregado, estamos comprando conocimiento.
Precisamente el valor agregado es el conocimiento. Al respecto, Juan
Enríquez Cabot, un latinoamericano de la Universidad de Harvard,
preocupado por el destino de su país, escribe:
Cierro mi exposición, diciéndoles lo que afirmaba Einstein en los años 40:
Todos los imperios del futuro van a ser imperios del conocimiento, y
solamente serán exitosos los pueblos que entiendan cómo generar
conocimientos y cómo protegerlos; cómo buscar a los jóvenes que tengan la
capacidad para hacerlo y asegurarse que se queden en el país. Los otros
países se quedarán con litorales hermosos, con iglesias, minas, con una
historia fantástica; pero probablemente no se queden ni con las mismas
banderas, ni con las mismas fronteras, ni mucho menos con un éxito económico”
solamente serán exitosos los pueblos que entiendan cómo generar
conocimientos y cómo protegerlos; cómo buscar a los jóvenes que tengan la
capacidad para hacerlo y asegurarse que se queden en el país. Los otros
países se quedarán con litorales hermosos, con iglesias, minas, con una
historia fantástica; pero probablemente no se queden ni con las mismas
banderas, ni con las mismas fronteras, ni mucho menos con un éxito económico”
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