Por Segundo Matta Colunche
La unidad social y popular (su
construcción, preservación y fortalecimiento) se convierte así en un estado
necesario para cumplir los objetivos de cambio que el amplio sector del pueblo
peruano está esperando, lo que requiere comprenderla en su natural complejidad
y trabajar consciente e inteligentemente en su materialización.
Cuando se habla de unidad del
pueblo hace referencia a la unidad de las grandes mayorías que conllevan
transformaciones en los procesos económico, político, jurídico, ideológico, medioambiental,
cultural, para todos los fines fundamentales de la sociedad y en una
perspectiva presente y futura de alcances estratégicos. Alrededor de esta
definición y aspiración debe concretarse el anunciado Frente Amplio de
Izquierda FAI.
Unidad, es unidad de lo diverso,
unidad en la diversidad. El Frente Amplio de Izquierda nace como una
alternativa al Modelo Neoliberal, al continuismo económico y social, a la
traición mágica de sus gobernantes, a la falta de partidos políticos, al
limitado debate nacional sobre los
grandes problemas del país, a la debilidad institucional en todos los poderes
del Estado y en la esperanza por los grandes cambios. El FAI surge ante la
necesidad histórica de brindarle al pueblo peruano de la herramienta política
fundamental que le permita hacerse del gobierno y del poder para
convertirse no solo en un sector social
en sí, sino, además, en un sector social para sí. Que al pueblo le permita no padecer la
historia, sino hacerla, como históricamente le corresponde y que por intereses
de clases sociales y grupos políticos dominantes, ambos parásitos, se
desconoce.
Saludamos con expectativa el
reencuentro de cerca de una decena de organizaciones medioambientalistas,
partidos políticos de izquierda y progresistas y que se hayan reunido el pasado
21 de junio para construir un frente político electoral que los presentara
unidos en los próximos comicios. En los años 80 asistimos al primer esfuerzo de
unidad que fracasó fundamentalmente por pugnas internas y como consecuencia relegó
por más de tres décadas la esperanza del pueblo peruano de encontrar justicia
social. En este tiempo la derecha se camufló de progresismo, o izquierdismo
para sorprender al pueblo. Legítimas aspiraciones sociales escamotearon
Fujimori, García, Toledo y Humala. Con todas estas desilusiones la utopía de un
Perú Nuevo se ha acrecentado en la conciencia social. Las clases gobernantes
utilizaron hipócritamente los conceptos revolución y transformación, pues no
fueron consecuentes con su significado histórico. Nada de eso sucedió.
Continuismo y más continuismo es el desencanto de las grandes mayorías.
El FAI recibe el respaldo de la
intelectualidad peruana, del sector importante del movimiento social y popular.
Su construcción debe ser en base a programas, desde abajo, recogiendo el
sentimiento de las bases sociales, de las organizaciones de trabajadores. Una
lección aprendida y que se ha pagado muy caro es ver la unidad desde los
membretes o clichés, esta práctica no garantiza mucho y en ocasiones no ha aportado
nada, por lo que es vital ver la unidad desde la perspectiva popular, desde los
liderazgos locales o regionales con verdadera representatividad social y
política. Estos constituirán en los pilares de un gran movimiento de
transformación y cambio no solo coyuntural sino estratégico.
El colectivo debe evaluar
conscientemente y sin apasionamientos el nivel de liderazgo de las personas, la
presencia orgánica en cada una de las regiones. Por encima de todo está el
futuro del Perú.
Las experiencias históricas y
recientes en América Latina describen lo que significa la “unidad” y sus
fracasos cuando esta se debilita. Cuba, Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador,
Venezuela, Uruguay y Nicaragua, con diferentes matices, son la mejor práctica y
el mejor ejemplo. Los fracasos o reveses
en Paraguay, Honduras y Chile, aunque esta última vuelve a reagruparse dejando
de lado sus errores. Unidad entre los dirigentes, entre estos y el pueblo, en
los programas escritos y en la práctica cotidiana. En resumen entre el decir y
el hacer garantizan procesos de real transformación, cerrando espacios a la
corrupción, caudillismos o desviaciones que minan las aspiraciones sociales.
Las organizaciones políticas
deben seguir trabajando para lograr su efectiva presencia nacional, fortalecer
sus bases, apertura de escuelas políticas, ideológicas y de gobierno,
incorporar a sectores independientes y progresistas, movimientos regionales y
locales. El FAI apuesta por conquistar municipios y regiones del país en el
2014 y el gobierno nacional en el 2016 y es totalmente posible, todo dependerá
de la conciencia que se tenga de los errores pasados, del conocimiento de las
fuerzas y de la construcción de escenarios favorables con participación
popular.
Hay una base social expectante,
más del 30% que Humala obtuvo en el 2006 y 2010 en primera vuelta están
esperando una alternativa de cambio. Humala los abandonó con su giro radical de
palabra hacia la derecha, porque en su conciencia jamás estuvo la defensa de
los intereses populares, y que según encuesta de GFK representan sólo el 11%.
Vastos sectores no se identifican ni con la izquierda ni con la derecha, tarea
para incorporar a este sector en la nueva propuesta.
Humala ya no representa al sector
popular, solo dice “que es de abajo”. En Lima bases nacionalistas y seguro en
todo el país han abandonado al actual régimen. Varios de ellos mostraron su
adhesión al FAI. Los intentos ha iniciado, la concreción está en camino,
aunamos que sea una realidad.
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