Los monopolios internacionales en acción
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César Lévano, ese gigante del periodismo peruano, con la honestidad y la valentía que les son inherentes, en su columna del diario LA PRIMERA del 18 del mes en curso ha denunciado
que los círculos de la clases dominantes de EE.UU, especialmente a
través del Comando Sur de su Ejercito, prepara entrometerse en las
elecciones del 5 de junio, para defender la teoría neoliberal y el
sistema de dependencia y “en caso necesario buscaría vacar La
presidencia de la república hasta llegar a insinuar una eventual
invasión del Perú. Mediante Chile”, como escribe textualmente César Lévano.
Este hecho grave es una constante en el accionar político del imperialismo norteamericano, a pesar de su decadencia en los últimos años, como demuestran los indicadores macro de su economía y que lo ubican como el país que tiene la deuda externa e interna más grande del mundo.
Lo que se está tramando actualmente, para intervenir descaradamente en la política interna, no es nuevo, sino que lo ha practicado en tiempos recientes. He aquí los hechos:
El 14 de diciembre de 1972, Salvador Allende, legítimo Presidente del Chile elegido por la mayoría del pueblo, pronunció un discurso memorable ante la 27 sesión de la asamblea general de las Naciones Unidas en Nueva York. Salvador Allende dijo: “Somos testigos de una guerra de posiciones entre los grandes monopolios transnacionales y estados soberanos en cuyas fundamentales decisiones políticas, económicas y militares intervienen los monopolios transnacionales.” (General Assembly official records, 27 sesión 20096 The Planary Meeting. Pag 5)
Añadió: “La ITT, monopolio cuyo capital es más grande que la suma del presupuesto nacional, incluso mayor que el de algunos países industrializados, puso en marcha un plan funesto” (Idem, pag4.)
Este plan funesto de la ITT norteamericana (Internacional Telephone And Telegraph Corporation) finalmente llevó, 10 meses después de este discurso de Allende, a su asesinato y a la caída del gobierno democrático de Chile, a la masacre de 10.000 patriotas y al establecimiento del terror fascista de Pinochet.
El 4 de diciembre de 1972 Allende agregó:
“No solamente enfrentamos un bloque económico, sino que también somos víctimas de una agresión descarada. Dos monopolios pertenecientes al núcleo fuerte de grandes transnacionales, Internacional Telephone And Telegraph Corporation y la Kennecott, introduciendo sus tentáculos, muy hondo en mi país se ha propuesto manejar nuestra vida política” (Idem, pag4)
El papel criminal jugado en Chile por la ITT y los consorcios norteamericanos del cobre no fueron ni son los únicos ejemplos de violencia, injerencia, desprecio de la soberanía y prácticas similares de las que sirven las transnacionales. Los ejemplos más recientes de injerencia despiadada en los derechos soberanos de los estados libres es la agresión consumada contra Granada y contra Nicaragua.
Por eso, una tarea urgente de nuestro tiempo consiste en superar el subdesarrollo provocado por la dependencia de nuestros países a las metrópolis desarrolladas en grandes partes de la población mundial. Pero ahora como antes, la explotación de los países en desarrollo constituye una fuente principal de ganancias para las 11,000 asociaciones monopolistas con sus 92,000 sucursales y filiales.
Entre la avidez de ganancias por parte de los monopolios internacionales y los objetivos económicos de los países en desarrollo existe una contradicción insoluble. Los monopolios transnacionales impiden el progreso económico y social y, por tanto, político de los países en desarrollo. Todas las habladurías de que estas sociedades también llevan tecnología, ciencia y técnica avanzadas al igual que puestos de trabajo a los países en desarrollo son pura hipocresía.
Los monopolios transnacionales son agrupaciones monopolistas controladas por el capital de un país para que influyan en el plano internacional, o sea que actúan por encima de las fronteras de su país de origen. A diferencia de eso se habla también de “monopolios multinacionales”. En este caso se designan corporaciones capitalistas controladas por el capital de diversos países. Para los países en desarrollo afectados es de importancia secundaria si son desvalijados por sociedades capitalistas dirigidas por uno o varios estados imperialistas. Para ellos es decisivo que se les explota desenfrenadamente.
En total los 11,000 monopolios internacionales más grandes mantienen filiales en más de 100 Estados. Investigaciones realizadas en 21,000 filiales y sucursales de consorcios que actúan en los países en desarrollo muestra el siguiente cuadro de sus lugares de origen: el 31% provienen de EE.UU., el 27% de Gran Bretaña, el 7% Francia, el 6% de la República Federal de Alemania, 6% del Japón y el 4% de los Países Bajos. El resto se distribuye entre consorcios de países capitalistas como Canadá, Suiza, Italia, Bélgica, Suecia y Australia.
El 47% de sus sucursales se encuentran en América Latina, el 32% en Asia y el 21% en África.
La exportación lucrativa de capitales constituye un amplio terreno de las prácticas rapaces de las transnacionales. Pero en este caso no se puede hablar más de exportación, ya que las ganancias de los monopolios transnacionales son más grandes que todas sus inversiones.
Quienes sostienen que cualquier cambio que se realice a favor de nuestro país y sus habitantes espantaría a la inversión extranjera ocultan la realidad, pues seria ingenuo creer que cuando el costo de extraer una onza de oro es de 110 dólares y el precio internacional es de 1,400.00 dólares, los capitales extranjeros van a renunciar a tan alta tasa de rentabilidad.
Carlos Torre Flores
Colaborador
Este hecho grave es una constante en el accionar político del imperialismo norteamericano, a pesar de su decadencia en los últimos años, como demuestran los indicadores macro de su economía y que lo ubican como el país que tiene la deuda externa e interna más grande del mundo.
Lo que se está tramando actualmente, para intervenir descaradamente en la política interna, no es nuevo, sino que lo ha practicado en tiempos recientes. He aquí los hechos:
El 14 de diciembre de 1972, Salvador Allende, legítimo Presidente del Chile elegido por la mayoría del pueblo, pronunció un discurso memorable ante la 27 sesión de la asamblea general de las Naciones Unidas en Nueva York. Salvador Allende dijo: “Somos testigos de una guerra de posiciones entre los grandes monopolios transnacionales y estados soberanos en cuyas fundamentales decisiones políticas, económicas y militares intervienen los monopolios transnacionales.” (General Assembly official records, 27 sesión 20096 The Planary Meeting. Pag 5)
Añadió: “La ITT, monopolio cuyo capital es más grande que la suma del presupuesto nacional, incluso mayor que el de algunos países industrializados, puso en marcha un plan funesto” (Idem, pag4.)
Este plan funesto de la ITT norteamericana (Internacional Telephone And Telegraph Corporation) finalmente llevó, 10 meses después de este discurso de Allende, a su asesinato y a la caída del gobierno democrático de Chile, a la masacre de 10.000 patriotas y al establecimiento del terror fascista de Pinochet.
El 4 de diciembre de 1972 Allende agregó:
“No solamente enfrentamos un bloque económico, sino que también somos víctimas de una agresión descarada. Dos monopolios pertenecientes al núcleo fuerte de grandes transnacionales, Internacional Telephone And Telegraph Corporation y la Kennecott, introduciendo sus tentáculos, muy hondo en mi país se ha propuesto manejar nuestra vida política” (Idem, pag4)
El papel criminal jugado en Chile por la ITT y los consorcios norteamericanos del cobre no fueron ni son los únicos ejemplos de violencia, injerencia, desprecio de la soberanía y prácticas similares de las que sirven las transnacionales. Los ejemplos más recientes de injerencia despiadada en los derechos soberanos de los estados libres es la agresión consumada contra Granada y contra Nicaragua.
Por eso, una tarea urgente de nuestro tiempo consiste en superar el subdesarrollo provocado por la dependencia de nuestros países a las metrópolis desarrolladas en grandes partes de la población mundial. Pero ahora como antes, la explotación de los países en desarrollo constituye una fuente principal de ganancias para las 11,000 asociaciones monopolistas con sus 92,000 sucursales y filiales.
Entre la avidez de ganancias por parte de los monopolios internacionales y los objetivos económicos de los países en desarrollo existe una contradicción insoluble. Los monopolios transnacionales impiden el progreso económico y social y, por tanto, político de los países en desarrollo. Todas las habladurías de que estas sociedades también llevan tecnología, ciencia y técnica avanzadas al igual que puestos de trabajo a los países en desarrollo son pura hipocresía.
Los monopolios transnacionales son agrupaciones monopolistas controladas por el capital de un país para que influyan en el plano internacional, o sea que actúan por encima de las fronteras de su país de origen. A diferencia de eso se habla también de “monopolios multinacionales”. En este caso se designan corporaciones capitalistas controladas por el capital de diversos países. Para los países en desarrollo afectados es de importancia secundaria si son desvalijados por sociedades capitalistas dirigidas por uno o varios estados imperialistas. Para ellos es decisivo que se les explota desenfrenadamente.
En total los 11,000 monopolios internacionales más grandes mantienen filiales en más de 100 Estados. Investigaciones realizadas en 21,000 filiales y sucursales de consorcios que actúan en los países en desarrollo muestra el siguiente cuadro de sus lugares de origen: el 31% provienen de EE.UU., el 27% de Gran Bretaña, el 7% Francia, el 6% de la República Federal de Alemania, 6% del Japón y el 4% de los Países Bajos. El resto se distribuye entre consorcios de países capitalistas como Canadá, Suiza, Italia, Bélgica, Suecia y Australia.
El 47% de sus sucursales se encuentran en América Latina, el 32% en Asia y el 21% en África.
La exportación lucrativa de capitales constituye un amplio terreno de las prácticas rapaces de las transnacionales. Pero en este caso no se puede hablar más de exportación, ya que las ganancias de los monopolios transnacionales son más grandes que todas sus inversiones.
Quienes sostienen que cualquier cambio que se realice a favor de nuestro país y sus habitantes espantaría a la inversión extranjera ocultan la realidad, pues seria ingenuo creer que cuando el costo de extraer una onza de oro es de 110 dólares y el precio internacional es de 1,400.00 dólares, los capitales extranjeros van a renunciar a tan alta tasa de rentabilidad.
Carlos Torre Flores
Colaborador
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