25 de agosto de 2011
Informe del analista Manuel Freytas: Trípoli convertido en ratonera para la OTAN
La capital de Libia está inmersa en una verdadera carnicería humana, con caos, anarquía, incertidumbre, y sin puntos precisos de las posiciones enemigas.
Se habla de una guerra urbana sangrienta y sin parámetros,
con ejecuciones, torturas y "cacerías" nocturnas de aliados civiles,
tanto del gobierno como de los mercenarios. Los hospitales están
colapsados por los heridos y mutilados que no alcanzan a ser atendidos.
Los
muertos (como ya sucedió en Irak) permanecen horas en las calles sin
ser recogidos. Ya casi no hay energía, no hay servicios esenciales, la
actividad económica está paralizada, y se vaticina una catástrofe alimentaria.
Las cifras de muertos y heridos en las últimas 72 horas se suman por
miles, algunas hablan de 3.000 muertos y otros duplican esa cantidad.
La confusión y la manipulación mediática para favorecer a los invasores,
tocan extremos increíbles. Lo que parecía un "paseo" para la coalición
imperial invasora USA-OTAN que diseñó y coordina a los grupos
mercenarios golpistas, se complicó y se desmadró.
Kadafi, en una jugada táctica, se convirtió en una "fantasma"
que está en todos lados y no está en ninguno. Con lo que queda en pie
de su línea de comando, el líder libio concentró su logística y sus
tropas en los puntos más fuertes.
Con tropas, tanques y baterías que parecían emerger de los sótanos, lo que queda del ejército del presidente libio bombardeaba y atacaba este miércoles a los grupos mercenarios en distintos puntos de Trípoli.
La realidad, descripta en parte por los corresponsales extranjeros, echa por tierra el supuesto control que se atribuyen las fuerzas sediciosas sobre la capital de Libia.
Lo que antes era un enemigo "visible" (Kadafi y su Ejército) se ha convertido en un enemigo "invisible" que ataca y desaparece.
Paralelamente, un comando de guerra asimétrica, desplegado entre la población leal, realiza emboscadas, atentados y acciones de guerrilla urbana contra
los grupos mercenarios y contra los comandos y oficiales de fuerzas
especiales y de inteligencia de EEUU, Reino Unido e Israel, que diseñan y
coordinan los operativos de toma y control de Trípoli.
En
24 horas (luego de la toma del bunker presidencial por los sediciosos)
la situación, entre los jefes mercenarios y los líderes de las potencias
invasoras, varió de la euforia triunfalista a la incertidumbre.
Analistas europeos y estadounidenses ya hablan de una "ratonera" para los invasores. Paralelamente, la prensa internacional (columna vertebral de "información" de la coalición invasora USA-UE) pide casi abiertamente que EEUU y la OTAN desplieguen sus tropas en Libia.
Desde el martes, comentaristas y analistas de algunas cadenas como la CNN piden una "intervención internacional" para evitar que Libia caiga en el caos de los "grupos fundamentalistas" que integran el comando "rebelde" de la CNT.
La
percepción generalizada entre los mandos imperiales de EEUU y Europa es
que los llamados "rebeldes" son un mosaico casi delincuencial de grupos
mercenarios fundamentalistas de distinta extracción, que una vez en el poder van a luchar entre sí por el reparto del botín de guerra.
Este es el punto central que ensombrece y torna impracticable la estrategia de conquista de Libia sin sacrificio de soldados y sin costo político para las potencias de la coalición USA-OTAN.
Ningún
analista del sistema le concede futuro a un gobierno títere (como en
Irak o Afganistán) conformado por grupos de mercenarios formados por la
CIA, cuya única experiencia es guerrear por encargo o entre sí por
dinero y prebendas.
En este escenario, se afirma la posibilidad de que los "bombardeos humanitarios" de la OTAN (léase destrucción de Libia y masacre de decenas de miles de civiles en 5 meses) se conviertan en una "invasión terrestre humanitaria" para controlar el petróleo y restaurar la gobernabilidad en el país.
Y
son incontables las versiones, salidas principalmente de los búnkeres
del poder estadounidense y europeo, que dan por sentado que ya hay un
plan militar y un calendario de las potencias invasoras (con EEUU a la
cabeza) para imponer la "paz" en Libia con bases y soldados como en Irak y Afganistán.
Mientras tanto, los objetivos y mecanismos económicos que alimentaron la operación militar de despedazamiento de Libia y la masacre de su población civil, ya se pusieron en marcha.
Mientras los líderes y funcionarios imperiales preparan un gobierno colaboracionista de "transición", las corporaciones, bancos e industria de guerra USA-europeas preparan su desembarco en Libia bajo el clásico argumento de "reconstruir"
la infraestructura y la economía del país destruida por los bombardeos
de las mismas potencias que llegan en calidad de "salvadores".
EEUU
y las potencias de la OTAN ya decidieron descongelar los activos libios
en el exterior, para que la administración entrante compre armas a las
armamentistas, las petroleras reconstruyan la industria del petróleo y
el mercado libio, y las trasnacionales y los grupos financieros participen activamente del botín de la "reconstrucción" de Libia.
Y
Libia, al costo de su destrucción, masacre colectiva y crisis
humanitaria, pone nuevamente en vigencia el principio liminar de
Rothschild que guía históricamente a las operaciones imperiales de
conquista: "Donde no hay guerra, hay que inventarla para hacer negocios".
Destrucción del barco gringo Philadelphia en el puerto de Trípoli el 16 de febrero de 1804
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