A dos días de
haber emitido el Pronunciamiento “Frente al mal no hay que callar”, en el cual
la Iglesia local reafirma que la reactivación del Complejo Metalúrgico de La
Oroya, sólo debe darse después del cumplimiento del Programa de Adecuación y
Manejo Ambiental (PAMA), la directora y el responsable de movilidad del
proyecto El Mantaro Revive fueron amenazados de muerte a través de llamadas
telefónicas.
El viernes 02 de
marzo por la mañana, tanto la ingeniera Paula Meza Porta, Directora del
Proyecto El Mantaro Revive y el responsable de movilidad recibieron llamadas
telefónicas amenazándolos de muerte. Las amenazan también alcanzaban a Monseñor
Pedro Barreto Jimeno, indicando que pronto iría al cielo y que debería comprar
su ataúd.
Frente al hecho,
se ha realizado la denuncia correspondiente ante la DIRINCRI para las
investigaciones del caso. Asimismo, se ha tenido el apoyo inmediato del Coronel
Juan Asmat Bucalo, Jefe de la Región Policial Centro, a fin de salvaguardar la
integridad del Arzobispo de Huancayo como de sus colaboradores que desde las
distintas áreas realizan un servicio a favor de la población de la región
Junín.

Monseñor Pedro
Barreto indicó: “esperamos que pronto se abra luz sobre estas actitudes
cobardes, porque quieren acallar la voz de la verdad y para nosotros que somos
creyentes, Jesús es el camino la verdad
y la vida. No vamos a echarnos atrás, seguiremos firmes en este camino en
defensa de la vida. Tampoco nos van a asustar, no vamos a dejar de trabajar a
favor de la población desde nuestra misión evangelizadora”.
Por su parte, la
ingeniera Paula Meza Porta manifestó estar sorprendida por estas amenazas, sin
embargo enfatizó “me reafirmo en el trabajo que hago, es una lucha por la vida
y la dignidad de la persona, no es la primera vez que me amenazan pero
seguiremos trabajando. Mi mayor preocupación es que se proteja al equipo de
profesionales que permanecen en La Oroya así como a las madres y niños socios
del proyecto”.
Como se recuerda,
no es la primera vez que el Arzobispo de Huancayo y sus colaboradores sufren
amenazas. Hace dos años en un comunicado publicado a nivel nacional se señalaba
“la paciencia tiene un límite y si sigue hablando aténgase a las
consecuencias”. Hace siete años, cuando se instaló la Mesa de Diálogo Ambiental
Regional recibió una llamada telefónica “me daban el pésame por mi muerte” Y
hace 4 años, en La Oroya “pasearon un ataúd que tenía mi nombre” indicó Mons. Barreto.
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