El arzobispo metropolitano de Huancayo, monseñor Pedro
Ricardo Barreto Jimeno, dirigió un mensaje de fiestas patrias en el que nos
llama a trabajar por el bien común.
Aquí algunos pasajes de la homilía que pronunció en la
misa del domingo 26 de julio del 2015:
Nuestras
Fiestas Patrias tienen una significación peculiar porque estamos experimentando
en diversos campos una insatisfacción social por el empobrecimiento de un buen
número de peruanos y peruanas que viven en el área rural y en las periferias de
las ciudades.
Libertad e
independencia para buscar juntos los altos intereses de bienestar y de
solidaridad con todos los que conformamos la gran familia peruana y de la Región
Junín. Hoy renovamos nuestra fe en Dios y “en la voluntad general de los
pueblos”. Nuestra decisión es luchar contra todo interés particular o de grupo
para buscar el bien común del Perú.
Sí puede haber
paz cuando se respeta la dignidad de la persona humana, se promueve la calidad
de vida de las familias y se trabaja para la inclusión social de los pobres en
medio de la inequidad social existente en nuestro Perú y en nuestra Región
Junín. No puede haber paz si no escuchamos el grito de los pobres y de los que
sufren reclamando justicia y solidaridad. No habrá paz si no nos ponemos al
servicio de los pobres.
Sí puede haber
paz cuando se cuida nuestra casa común y no se contamina el agua, el aire y la
“pacha mama”. Pero si miramos, con sinceridad y honestidad, la realidad
observamos que existe un grave deterioro ambiental que afecta la salud de las
personas y nuestro bello entorno natural de la cuenca del río Mantaro. Por eso
si quieres la paz cuida la creación de Dios.
Sí puede haber
paz cuando todos nos unimos para buscar el bien común de las personas,
comenzando por la propia familia, el ambiente de trabajo y no se dan
enfrentamientos e insultos entre las personas, entre grupos políticos, entre
las autoridades actuales y las anteriores en todo nivel. Porque como dice
Jesús; “todo grupo humano dividido va a la ruina”. Y eso está pasando en
nuestro país y también en la Región Junín. Y son los pobres los que se ven
afectados por esta nefasta división entre autoridades.
No todo es
negativo. Hace poco vino a verme un alcalde distrital con todos sus regidores y
me dijo Monseñor aquí están todos mis regidores incluso de la oposición, porque
se trata de servir al pueblo nos hemos unido para buscar juntos el bien de
nuestro distrito. ¡Qué hermoso ejemplo de democracia y participación ciudadana!
Sí puede haber
paz cuando los comunicadores sociales se dedican a ofrecer una información
veraz y objetiva, resaltando las muchas bondades existentes en las personas e
instituciones y en la misma sociedad. En cambio no habrá paz cuando se resaltan
las noticias trágicas para captar la atención de la gente o injurian, insultan
o favorecen a determinadas personas o grupos por el sólo hecho de recibir un
dinero o ganar más seguidores. ¡Cuántas honras difamadas! ¡Cuántas medias verdades
que son las peores mentiras!
Sí puede haber
paz cuando las empresas extractivas formales e informales, asumen una auténtica
responsabilidad social donde se privilegie a la persona, se respete su dignidad
y se proteja la calidad del aire, del agua y de la tierra. No habrá paz cuando
el dinero está en primer lugar en las negociaciones.
No podemos
aceptar un nuevo programa de adecuación ambiental por otros catorce años en la
ciudad de La Oroya porque permitirá afectar seriamente la salud de los trabajadores
y de su población. El Estado debe respaldar y privilegiar a los trabajadores en
estos momentos angustiosos para ellos y sus familias.
El Perú, rico
en humanidad, culturas, religiosidad, bendecido por Dios creador del cielo y de
la tierra, con abundantes recursos naturales y una riqueza de pisos ecológicos
y de biodiversidad, tiene el estigma de ser un país pobre, donde reina la
corrupción y la desconfianza. La inseguridad ciudadana avanza
incontrolablemente, como un alud destructivo de la paz que deseamos todos
compartir cada día en la familia, y en la sociedad.
Sin embargo agradecemos a Dios y nos alegramos por la fe, la
religiosidad, la solidaridad y la alegría que son características del pueblo
peruano trasmitidas a lo largo de la historia por muchos hermanos y hermanas
como los santos peruanos, Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres, San
Francisco Solano y de innumerables personas anónimas cuya caridad ha mantenido
viva la esperanza en medio de las injusticias y adversidades.
Con Jesucristo
siempre nace y renace la alegría” (EG, 1). Debemos tener en cuenta todo lo
verdadero, justo y honesto para que la paz de Dios esté con nosotros. Nada ni
nadie nos puede robar la alegría que nos da Jesús.
La Iglesia
considera que el sistema democrático, aun cuando no sea perfecto, posibilita la
expresión de la ciudadanía para elegir, apoyar y vigilar la gestión pública de
los que han sido elegidos por el voto popular para realizar proyectos a favor
del bien común y no de intereses personales o de grupo. En este sentido amplio
todos somos políticos.
Sin embargo el
compromiso -en sentido restringido- que asumen los políticos en la vida
pública, si lo asumen con verdadero espíritu de servicio, ofrece grandes
posibilidades de ejercer un eficaz influjo a fin de construir una sociedad más
justa, pacífica y fraterna. No debemos ignorar, sin embargo, que la vida
política es dura y exigente, acompañada frecuentemente con dolorosas tensiones
y dificultades que debilitan la voluntad de servicio. Lo que debería ser causa
de optimismo y solidaridad, se convierte, a veces, en fuente de
enfrentamientos, injurias y todo tipo de mezquindades cuando se considera la
política a veces como una competencia desleal y destructiva del tejido social
con grandes signos de corrupción. Esta lamentable realidad que vivimos en el
Perú produce escepticismo, incredulidad generalizada o escándalo para la gran
mayoría de los peruanos. Y al no poder luchar con esta cruda realidad algunos
asumen la política como un espacio eficaz de ambición personal y de poder.
Con mucha razón
el Papa Francisco afirmaba como un objetivo común la urgente y necesaria
rehabilitación de la política. Se necesitan peruanos y peruanas que sean
transparentes, honestos, con firmes principios democráticos y valores morales
firmes y consistentes. Personas que no se dejen avasallar por el ruido de las
murmuraciones y las envidias para tener como único objetivo político de
servicio el bienestar y la justicia para todos los peruanos y peruanas. Esa es
la grandeza de un país. El Perú, la Región Junín y Huancayo se lo merecen.
Queremos que la
paz de Cristo llegue a todas las familias peruanas para que nuestro País siga
los derroteros de la justicia, la solidaridad
y de la paz. Por eso en nuestra Arquidiócesis de Huancayo tenemos como
lema: “Caminando juntos, somos Iglesia”.
Desde Huancayo
o desde el lugar donde nos encontremos todos debemos aportar al Bien Común de
los que conformamos la gran familia peruana. Podemos decir también: “Caminando
juntos, peruanos y peruanas, construimos un Perú más justo, pacífico y solidario” ¡Felices
Fiestas Patrias!
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