Por :José Alejandro Godoy
“Si tu plan no contiene una estrategia de retirada o posterior al ataque, sino que confías exclusivamente en la fuerza de tus soldados, y tomas a la ligera a tus adversarios sin valorar su condición, con toda seguridad caerás prisionero”.
“Si tu plan no contiene una estrategia de retirada o posterior al ataque, sino que confías exclusivamente en la fuerza de tus soldados, y tomas a la ligera a tus adversarios sin valorar su condición, con toda seguridad caerás prisionero”.
La anterior es una de las premisas que Sun Tzu esgrimía en
El Arte de la Guerra, libro clásico de estrategia castrense y que,
probablemente, haya sido lectura obligatoria para Ollanta Humala en su paso por
la Escuela Militar de Chorrillos.
La interrogante es si, a 13 meses de entregar el poder, ya
tendrá listo dicho plan, considerando los retos que tiene al final de su
mandato.
¿Qué debería contener el mismo?
Para empezar, tener claro si es que podrá realizar reformas
políticas de fondo con miras al próximo proceso electoral. Dado el poco tiempo
que queda y la necesidad de mejorar – al menos parcialmente – la representación
política en el país, el gobierno debería trazarse un plan mínimo: eliminación
del voto preferencial para la elección parlamentaria, democracia interna de
verdad para seleccionar a los candidatos a puestos de elección popular y
ajustes en la regulación del financiamiento de las campañas. Con estos puntos
aprobados, habrá legado mejores reglas a la democracia peruana.
En segundo lugar, la economía. Es claro que el país crecerá
menos y que, si bien buena parte de las causas en torno a este descenso se
concentran en los factores internacionales, también hay mucho de desconfianza
en los inversionistas, sea porque lo siguen creyendo – en forma miope – un
chavista o porque el gobierno no ha hecho esfuerzos suficientes para impulsar
la inversión privada. Algo deberán hacer para sacarse de encima el mote de
“quinquenio perdido” que el APRA comienza a achacarles. A ello, deberán añadir
la implementación del Plan de Diversificación Productiva pensado desde el
Ministerio de la Producción, que puede ser un interesante legado hacia el
futuro.
Un tercer punto: defender sus reformas. Si hay dos puntos en
los que el gobierno puede exhibir resultados son en educación y en programas
sociales. Con dificultades y sin ser perfectas, las políticas públicas en ambos
rubros han tenido a ministros y técnicos competentes a su cargo. Estos meses
deberán ser de consolidación, así de corrección en aquellos aspectos que requieren
ser ajustados. Si bien hay consenso en la continuidad de sus líneas de trabajo,
los ministros a cargo deberán evitar que la campaña electoral arrase con este
legado del gobierno.
Lo que más preocupa a los ciudadanos, de acuerdo con las
encuestas, es la inseguridad ciudadana. Siete ministros del Interior después,
se tienen legítimas dudas sobre lo que el gobierno pueda hacer. Quizás haya que
pedir aquí lo mínimo: evitar que la situación se deteriore más y un plan de
reforma policial que sea implementado por el próximo gobierno. Queda claro que,
en esta materia, el gobierno ha perdido cualquier crédito. Lo mismo podría
decirse en torno a la creación de una fuerza policial preparada para enfrentar
conflictos sociales, promesa que, al parecer, seguirá durmiendo el sueño de los
justos.
Similar situación se refleja en el manejo de temas mineros y
ambientales. Conga y Tía María, como proyectos, serán difíciles de implementar
en este gobierno y probablemente en el siguiente, pero han permitido evidenciar
cuáles son los problemas en torno a la relación Estado – minería. Ajustes en
torno a la Dirección de Asuntos Ambientales Mineros, una reforma del Canon
(prometida en el mensaje presidencial de julio de 2014) y el inicio de
actividades del SENACE para la evaluación de estudios de impacto ambiental
detallados serían los objetivos que podrían cumplirse a mediano plazo, si es
que el gobierno quisiera brindar un legado mayor que simples cifras de
recaudación. Remarcamos, si quisiera.
¿Derechos humanos? El gobierno nos lega dos planes
nacionales con serias dificultades metodológicas para su seguimiento y, en
términos generales, poca preocupación sobre esta materia. Asimismo, no se tiene
una fecha definitiva para la inauguración del Lugar de la Memoria. Peor aún,
con la presencia de un ministro de Justicia que parece poco comprometido con
esta causa. Lo máximo que podremos esperar es que no se patee el tablero del
sistema interamericano ante la previsible sentencia condenatoria contra el
Estado peruano en el caso Chavín de Huántar, donde el gobierno hizo todo para
perder por goleada.
Finalmente, la corrupción. Si el gobierno realmente quisiera
tener una buena faena en esta materia, debería implementar la Autoridad
Autónoma Nacional en materia de transparencia, recuperar el impulso de
obtención de data realizado por la Procuraduría Anticorrupción durante la
gestión Arbizu y, sobre todo, hacer full disclosure respecto de casos como
Belaúnde Lossio. Quizás sea momento para que la pareja Humala Heredia nos
cuente cual fue su relación con este personaje y, sobre todo, explicar con
documentos en mano cuál es el sustento de sus ingresos entre 2006 y 2011,
motivo central de todas las sospechas en torno a lo que el empresario
aparentemente “sabe” sobre el matrimonio y su patrimonio.
¿Se tratan de cuestiones exigentes? Probablemente sí,
considerando el mediocre desempeño del gobierno en varias áreas. Pero,
recordando al pensador chino nombrado al inicio de esta opinión, si en Palacio
no saben emprender la retirada, probablemente terminen como prisioneros de sus
propios errores y omisiones. Y tal vez, por algo más. El ejercicio solitario y
desconfiado del poder termina cobrando la factura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario